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Población chilena a la baja: Desafíos para la continuidad, factores que inciden y las cifras del problema
Andrea Cova Moore
Según investigadores de la Universidad de Pensilvania, en 50 años, “los chilenos serán minoría en su propio país”. Aquí, los números y los riesgos.
La disminución de la natalidad es un tema de gran preocupación en distintos países del mundo, no solo por el hecho en sí, sino también por sus implicancias económicas y sociales. Naciones como Japón y Francia han implementado medidas extraordinarias para mantener las tasas de natalidad y paliar la tendencia. En Chile, la situación es crítica.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en algunas regiones del país se han registrado más defunciones que nacimientos. Valparaíso, Ñuble, Los Ríos y Magallanes son los sectores donde se observa este fenómeno. Por ejemplo, en la Quinta Región se registraron 12.772 nacimientos y 14.618 decesos, lo que significa que fallecieron 1.846 personas más de las que nacieron. En las otras tres regiones, la tendencia es similar.
Ahora bien, en cuanto a los nacimientos en todo el país, el año pasado se registraron solo 135.539 nacidos, lo que, en comparación con el 2023, evidencia una fuerte disminución. En ese año, la cifra alcanzaba los 174.879. Estas cifras reflejan una clara tendencia.
Ante este escenario ya complejo, economistas de la Universidad de Pensilvania explicaron a El Mercurio que en 2025 o, quizás, en 2026, en el país se registrarán más muertes que nacimientos. Además, advierten que no es una solución sostenible desde el punto de vista social depender de un aumento tan alto de inmigrantes para el mantenimiento de la población, porque, “a la velocidad actual, en 50 años los chilenos (‘de Chile’) serán minoría en su propio país”.
En otras cifras relevantes, según el Banco Mundial, la tasa de fecundidad en Chile ha caído drásticamente. En 1960, una mujer tenía en promedio 4,7 hijos; en 2022, el promedio llegó a 1,5.
“(Pos)modernidad a la chilena”
Javier Castro, doctor en Historia y académico del Instituto de Historia de la Universidad San Sebastián (USS), comenta los factores que han incidido en este fenómeno y explica que, desde mediados de los sesenta, en Chile se llevaron adelante políticas de planificación familiar que, a largo plazo, trajeron consigo un descenso significativo de la natalidad.
“En un inicio, la planificación familiar sirvió para frenar agudas situaciones de aborto clandestino, pero, al mismo tiempo, fue clave para potenciar la participación femenina en una década de revoluciones políticas, sociales, culturales y también demográficas. Con base en este proceso histórico, la autonomía de la mujer se acentuó en los ochenta y noventa, otorgando mayores posibilidades de acceso a la educación superior y a la vida laboral”, comenta.
Por lo tanto, explica que en un país que mejoró notoriamente sus indicadores de esperanza de vida y de desarrollo económico, la vida familiar cambió y, con ello, las prioridades influyeron en las expectativas individuales de los chilenos.

“Estos cambios no solo responden a avances científicos y políticas públicas, sino también a la evolución de las dinámicas sociales, económicas y culturales que redefinieron el concepto de familia y paternidad en Chile. En definitiva, la baja natalidad está inserta en la idea de ‘(pos)modernidad a la chilena’, o en otras palabras, vivir de un modo moderno”.
Por su parte, Angie Demierre, académica de la Escuela de Obstetricia de la Universidad Andrés Bello, comenta que este fenómeno responde a una serie de factores estructurales, sociales, culturales y económicos. Un estudio de Questio y Qualitativa (2023) reveló que el 17% de los jóvenes chilenos entre 16 y 45 años no desea tener hijos, y que el 85% de quienes rechazan la maternidad o paternidad lo hacen para priorizar su desarrollo profesional. Le siguen preocupaciones económicas (75%) e incertidumbre social y ambiental (62%).
Asimismo, influyen otros factores como:
• La postergación de la maternidad.
• El cambio en el rol de la mujer.
• La transformación del concepto de familia.
• La inseguridad laboral y la alta carga económica del cuidado infantil, la educación y la vivienda.
Desafíos para los próximos gobiernos y el plan de acción
La académica comenta que el gran reto será conciliar vida laboral y familiar de manera real y efectiva. “Aunque se han implementado medidas como la ley de reducción de jornada a 40 horas y la Ley de Conciliación Trabajo y Familia (Ley 21.645), estas no han logrado revertir la tendencia. La carga del cuidado sigue recayendo principalmente sobre las mujeres, y muchas familias carecen de redes de apoyo”.
Desde la perspectiva de Castro, entre los principales desafíos está precisamente el de generar “canales que garanticen próximas olas migratorias —que serán inevitables— integradas a las bases culturales y a las reglas institucionales del país en un espíritu de cohesión y no de conflicto e ilegalidad”.
En el plano de la natalidad, señala que es urgente que existan comisiones transversales, fundamentalmente en el Ejecutivo y en el Legislativo, que revisen los marcos regulatorios, las políticas sociales y los incentivos para la promoción de la natalidad. “La experiencia comparada es útil, pero no debemos olvidar que cada país tiene su propio contexto y problemáticas. Es importante revisar aquellos paquetes de medidas que pueden ir desde extender el posnatal para ambos padres hasta fortalecer la legislación en relación con la estabilidad laboral de la mujer embarazada”.
Por último, Carla Morales, subjefa de la bancada de Renovación Nacional y trabajadora social, advierte que si “queremos revertir la baja tasa de natalidad, necesitamos políticas reales de apoyo a las familias. No basta con bonos esporádicos, se requiere avanzar en medidas concretas, como la extensión del posnatal a un año, que permita a las madres y padres criar a sus hijos con estabilidad y sin miedo a perder sus empleos. Esta es una deuda pendiente y una necesidad urgente para el futuro del país”.
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Andrea Cova Moore
Según investigadores de la Universidad de Pensilvania, en 50 años, “los chilenos serán minoría en su propio país”. Aquí, los números y los riesgos.
La disminución de la natalidad es un tema de gran preocupación en distintos países del mundo, no solo por el hecho en sí, sino también por sus implicancias económicas y sociales. Naciones como Japón y Francia han implementado medidas extraordinarias para mantener las tasas de natalidad y paliar la tendencia. En Chile, la situación es crítica.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en algunas regiones del país se han registrado más defunciones que nacimientos. Valparaíso, Ñuble, Los Ríos y Magallanes son los sectores donde se observa este fenómeno. Por ejemplo, en la Quinta Región se registraron 12.772 nacimientos y 14.618 decesos, lo que significa que fallecieron 1.846 personas más de las que nacieron. En las otras tres regiones, la tendencia es similar.
Ahora bien, en cuanto a los nacimientos en todo el país, el año pasado se registraron solo 135.539 nacidos, lo que, en comparación con el 2023, evidencia una fuerte disminución. En ese año, la cifra alcanzaba los 174.879. Estas cifras reflejan una clara tendencia.
Ante este escenario ya complejo, economistas de la Universidad de Pensilvania explicaron a El Mercurio que en 2025 o, quizás, en 2026, en el país se registrarán más muertes que nacimientos. Además, advierten que no es una solución sostenible desde el punto de vista social depender de un aumento tan alto de inmigrantes para el mantenimiento de la población, porque, “a la velocidad actual, en 50 años los chilenos (‘de Chile’) serán minoría en su propio país”.
En otras cifras relevantes, según el Banco Mundial, la tasa de fecundidad en Chile ha caído drásticamente. En 1960, una mujer tenía en promedio 4,7 hijos; en 2022, el promedio llegó a 1,5.
“(Pos)modernidad a la chilena”
Javier Castro, doctor en Historia y académico del Instituto de Historia de la Universidad San Sebastián (USS), comenta los factores que han incidido en este fenómeno y explica que, desde mediados de los sesenta, en Chile se llevaron adelante políticas de planificación familiar que, a largo plazo, trajeron consigo un descenso significativo de la natalidad.
“En un inicio, la planificación familiar sirvió para frenar agudas situaciones de aborto clandestino, pero, al mismo tiempo, fue clave para potenciar la participación femenina en una década de revoluciones políticas, sociales, culturales y también demográficas. Con base en este proceso histórico, la autonomía de la mujer se acentuó en los ochenta y noventa, otorgando mayores posibilidades de acceso a la educación superior y a la vida laboral”, comenta.
Por lo tanto, explica que en un país que mejoró notoriamente sus indicadores de esperanza de vida y de desarrollo económico, la vida familiar cambió y, con ello, las prioridades influyeron en las expectativas individuales de los chilenos.

“Estos cambios no solo responden a avances científicos y políticas públicas, sino también a la evolución de las dinámicas sociales, económicas y culturales que redefinieron el concepto de familia y paternidad en Chile. En definitiva, la baja natalidad está inserta en la idea de ‘(pos)modernidad a la chilena’, o en otras palabras, vivir de un modo moderno”.
Por su parte, Angie Demierre, académica de la Escuela de Obstetricia de la Universidad Andrés Bello, comenta que este fenómeno responde a una serie de factores estructurales, sociales, culturales y económicos. Un estudio de Questio y Qualitativa (2023) reveló que el 17% de los jóvenes chilenos entre 16 y 45 años no desea tener hijos, y que el 85% de quienes rechazan la maternidad o paternidad lo hacen para priorizar su desarrollo profesional. Le siguen preocupaciones económicas (75%) e incertidumbre social y ambiental (62%).
Asimismo, influyen otros factores como:
• La postergación de la maternidad.
• El cambio en el rol de la mujer.
• La transformación del concepto de familia.
• La inseguridad laboral y la alta carga económica del cuidado infantil, la educación y la vivienda.
Desafíos para los próximos gobiernos y el plan de acción
La académica comenta que el gran reto será conciliar vida laboral y familiar de manera real y efectiva. “Aunque se han implementado medidas como la ley de reducción de jornada a 40 horas y la Ley de Conciliación Trabajo y Familia (Ley 21.645), estas no han logrado revertir la tendencia. La carga del cuidado sigue recayendo principalmente sobre las mujeres, y muchas familias carecen de redes de apoyo”.
Desde la perspectiva de Castro, entre los principales desafíos está precisamente el de generar “canales que garanticen próximas olas migratorias —que serán inevitables— integradas a las bases culturales y a las reglas institucionales del país en un espíritu de cohesión y no de conflicto e ilegalidad”.
En el plano de la natalidad, señala que es urgente que existan comisiones transversales, fundamentalmente en el Ejecutivo y en el Legislativo, que revisen los marcos regulatorios, las políticas sociales y los incentivos para la promoción de la natalidad. “La experiencia comparada es útil, pero no debemos olvidar que cada país tiene su propio contexto y problemáticas. Es importante revisar aquellos paquetes de medidas que pueden ir desde extender el posnatal para ambos padres hasta fortalecer la legislación en relación con la estabilidad laboral de la mujer embarazada”.
Por último, Carla Morales, subjefa de la bancada de Renovación Nacional y trabajadora social, advierte que si “queremos revertir la baja tasa de natalidad, necesitamos políticas reales de apoyo a las familias. No basta con bonos esporádicos, se requiere avanzar en medidas concretas, como la extensión del posnatal a un año, que permita a las madres y padres criar a sus hijos con estabilidad y sin miedo a perder sus empleos. Esta es una deuda pendiente y una necesidad urgente para el futuro del país”.
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Paola Vasquez
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Urgen políticas pronatalidad para los chilenos, sino en pocos años más, se perderá nuestra raza e idiosincracia
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28 de marzo de 2025


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Jos Cuban
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Qué cantidad de palabras huecas aunque altisonantes usan los supuestos expertos para al final no decir nada ...
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28 de marzo de 2025


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